Paseando por el barrio me he dado cuenta de que en cien metros hay cinco supermercados, más o menos grandes. A escasos otros cien metros hay otro enorme en cada dirección, es decir, dos más. Caminando por una calle principal podemos encontrar varios otros, unos enfrente de los demás. Uno es inmenso.
Capitales no siempre locales están abriendo supermercados por todas partes. Negocio fácil, piensan, pues siempre hay que comer.
Estamos en una época incierta. Se prevé para los años venideros a medio plazo un desabastecimiento de alimentos de todo tipo. Carencia de agua, temperaturas extremas y demás lindezas acechan en el futuro próximo.
Esos capitales, si piensan en beneficios a medio y largo plazo, ¿no deberían pensar primero en asegurar el suministro de su mercancía, antes que en invertir pensando en una ganancia inmediata condenada a desaparecer?
Lo mío no son los negocios y puede que mi opinión sea ridícula.
Pero cuando los supermercados, en el 2030 en adelante, o antes por falta de transportes, tengan escasez, ¿no estaría bien tener una cadena de huertos urbanos que provean de lo imprescindible?
Igual soy un poco ingenuo al creer que eso les preocupe. Pero el dinero que hagan no lo podrán comer ni beber. "Pasarlas canutas" es un pálido eufemismo de lo que puede esperarnos.
Se precisa urgentemente un cambio de mentalidad sobre el dinero fácil y también sobre la estética urbana. Hasta ahora, la naturaleza en la ciudad se limita a un poco de cesped o árboles ornamentales. Nada de eso proporciona alimento.
La crisis vendrá. Espero que nos pille preparados. Y pensando en el Bien Común.
Los huertos urbanos deben incluirse en la planificación de los barrios. Deberían, creo yo, estar gestionados por las Administraciones, en lugar de esperar a que lo hagan particulares, a los cuales se les suele poner todo tipo de trabas administrativas.
También se debe planificar el uso del agua. Crear ambientes rurales dentro de los barrios puede lograr un ciclo de agua cercano y más eficiente, además de concienciar positivamente a los ciudadanos.
Es urgente lograr diseños de ciudad que incluyan huertos urbanos, áreas de cultivo.
Ello aliviaría las temperaturas y la sequedad ambiental en las ciudades, y supondría una válvula de socorro para personas en paro o sin hogar, problemas ambos que pueden llevar a malestar o disturbios en el futuro próximo (diez o veinte años).
La imagen que tenemos de huertos urbanos es deficiente. Un pequeño terreno, las más de las veces fruto de la okupación y, por tanto, ilegal, es cultivado por personas particulares. Eso debe cambiar.
Los huertos urbanos planificados cuidadosamente tendrán amplia superficie y recursos públicos. En lugar de mantenerlos en una semi ilegalidad, deben ser promovidos y asesorados por las Administraciones Públicas como bienes necesarios y, pronto, imprescindibles.
Quienes somos hijos de personas de ciudad que pasaron la guerra y la postguerra en una urbe, sabemos que, en caso de necesidad, en las ciudades, como no te comas las farolas, te mueres de hambre. No hay nada que comer. Los bienes materiales pierden su valor. De nada sirve acumular joyas, relojes de alta gama, propiedades, si no tienes con qué comer.
Un visón a cambio de una lechuga. Un collar de perlas a cambio de medio pollo.
Necesitamos urgentemente empezar a planificar huertos urbanos y gestionar el agua disponible.
Invernaderos y sistemas de capturar la humedad atmosférica ya existen. Hay inventos, hay conocimientos de sobra de cómo extraer agua de la atmósfera. Pero debe ser planificado hoy, ahora. No esperar a que sea de extrema urgencia, porque entonces será un poco tarde.
(Crédito imagen: Público)
