no lo es de un cuerpo bonito, de unas formas turgentes, de unas piernas de ensueño, de una promesa de placer.
Es el deseo de la luz una sonrisa, de unos ojos amables y buenos, de una armonía en unas líneas sinceras y honestas. En la esbeltez de unas formas, en la fuerza que se desprende de la voluntad y de la expresión de la otra persona. En la libertad de su espíritu.
Es sexo del alma, que excita, si, pero aquello que vive dentro de ti. Aquello que no mata la muerte ni el tiempo.
Es Deseo de madurez, cuando los deseos de formas hermosas y cuerpos rotundos (apariencia), ha dado paso a la apreciación del encanto de lo que espera en el fondo de una mirada, en el interior del corazón.
Es fuerza interior, esencia que se expresa.
Y ese deseo no se apaga. No es posesivo, no es exigente. Es contemplativo, se deleita en la belleza sin necesitar poseerla, por eso es soportable (bueno, en realidad 'casi soportable', a veces insoportable).
A veces ama una personalidad, un alma, unos ojos amables. Una sonrisa. Una sinceridad. Y a veces se ve atraído por los deseos de la otra persona, no expresados, que como brasa ardiente permanecen en su interior.
Es Deseo de madurez, cuando los deseos de formas hermosas y cuerpos rotundos (apariencia), ha dado paso a la apreciación del encanto de lo que espera en el fondo de una mirada, en el interior del corazón.
Es fuerza interior, esencia que se expresa.
Y ese deseo no se apaga. No es posesivo, no es exigente. Es contemplativo, se deleita en la belleza sin necesitar poseerla, por eso es soportable (bueno, en realidad 'casi soportable', a veces insoportable).
A veces ama una personalidad, un alma, unos ojos amables. Una sonrisa. Una sinceridad. Y a veces se ve atraído por los deseos de la otra persona, no expresados, que como brasa ardiente permanecen en su interior.
Es incurable, inasible e irremediable, sin embargo, irrenunciable, porque renunciar a sentirlo es negarse a uno mismo, y convertirse en una sombra, un pelele, una frustración con piernas, una negación de la Vida, de lo Real, de la Verdad.
Es perder el Camino, vivir el engaño donde tod@s mienten, donde se olvida el verde, la tierra y el sol.
Es tomar la forma por el fondo, creer que la excitación sexual es amor, que la posesividad es deseo, que la prepotencia es hombría, que se puede ser feliz contentando a tod@s menos a ti mism@, menos a tu corazón, a tu alma, al sexo de tu alma.
Miguel Hernández dijo: 'Me duelen hace tiempo en los cojones del alma' (el verso 24 del poema "Los cobardes" de Viento del pueblo de 1937, ver abajo.), pero Rafael Alberti lo explicó un poco más:
SE EQUIVOCÓ LA PALOMA |
Si, andamos muy equivocados, sobre aquello que es amable y hermoso.
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