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viernes, 25 de octubre de 2013

Sin saber por qué, a veces,

se enredan en el aire las ideas y las palabras, y surge una enemistad, un enfado relámpago, una incomprensión.
Sin saber por qué, a veces, los oídos son sordos aunque escuchen, se alzan las voces desagradables,
y las palabras malsonantes se esconden en los rincones oscuros de la mente.

Sin saber por qué, a veces, el sentido común parece extraño habitante de otro mundo, y es el absurdo
el que se impone.

Sin saber por qué, o sabiéndolo y no pudiéndolo decir: egoísmo, vanidad, orgullo, ideas extrañas al mundo, son las que deforman la recta comprensión de algo vulgar y sencillo.

'El mundo es un vaso sagrado, quien lo manipula lo pierde', dijo el gran Lao Tse, que ahora llaman Lau Tzu, vaya usted a saber por qué.

Por ese camino se perdió lo hermoso y sencillo, se arruinó la tierra, se deformó tanto lo correcto que ya nadie sabe qué es lo recto y qué lo torcido.

Y no hablo de normas escritas, ni de vanas moralidades, sino de lo real y verdadero de la vida humana.

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