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sábado, 1 de septiembre de 2012

Rambleando por el Raval.

(Restaurante Turco Kapadokya, Rambla del Raval. Aunque últimamente estoy muy a gusto en uno que está en el Paseo de San Juan, al principio mismo, cruzando la calle desde el Arco del Triunfo)

Hay habitantes de Barcelona que nunca han estado en el Raval. Incluso hay quien tiene miedo de ir allí. Les parece 'demasiado exótico'.
Nunca lo he entendido. Para mí pasear por el Raval es una de las experiencias más agradables que se pueden tener en Barcelona. En la Rambla del Raval puedes tomar un té árabe, dulce y con menta en hojas, delicioso. O un buen café turco viendo las palmeras por la ventana del restaurante y sintiéndote como en alguna ciudad del Norte de África. O degustar dulces del Monte Atlas. Toda la Rambla, con sus palmeras en el paseo central, es como estar en Marrakesh. Y eso para mí es un valor, ya que no puedo viajar tan lejos. 
Pasear en verano por entre las palmeras, ancianos musulmanes con sus rosarios, restaurantes hindúes, pastelerías y kebabs norteafricanos, es como viajar no sólo en el espacio, sino también en el tiempo. Puedes imaginar a De Gaulle tomando café en Tetuán, o a tí mism@ allí.

Si un turista inglés tiene un problema, lo más seguro es que los primeros en ayudarle sean los ciudadanos de este barrio, es decir, turcos, imazighen, marroquíes, hindúes, paquistaníes... (lo he visto con mis propios ojos, mientras los europeos se quedaban mirando, los hindúes (o quizá fueran paquistaníes) dieron la cara por un joven anglosajón que tuvo un enfrentamiento con un camionero). 
No creo que nadie deba tener miedo de visitar el Raval. 
Los fines de semana hay un mercadillo alternativo, habitualmente en verano, y hasta los indigentes son pacíficos.

  

Se puede recorrer la calle Hospital, la calle del Carme, el antiguamente llamado 'barrio de Belén' (la Iglesia de Belén está en la Rambla, al comienzo de la citada calle) y visitar los bazares con artículos auténticos. He podido entrar en el almacén de un mayorista de Sudán que tenía allí dentro un tesoro en lámparas, colgantes, alfombras, adornos, frascos egipcios de vidrio soplado, perfumeros marroquíes...  Creí estar viviendo un cuento de Las Mil y Una Noches. Hay una tienda con artículos del Nepal. 

(Rambla del Raval. imagen extraída de: http://www.visitebarcelona.com/barrio-raval.php)

Hay quien piensa que son 'extranjeros'. Pero para mí no lo son. Son 'la otra Barcelona', ciudadan@s tan de pleno derecho como yo mismo.

Recuerdo cuando en Barcelona no se veía a nadie africano en el metro. Los pocos que veías causaban curiosidad. Y recuerdo que Barcelona era insoportablemente aburrida, al menos para mi, que siempre he sido un poco extranjero en mi propia tierra.  Ahora Barcelona es más feliz y yo soy un poco menos extranjero. Llevo una camiseta de Jamaica, un diente de cocodrilo del Amazonas, pulseras de semillas y una hecha con un rosario tibetano, y me camuflo. Soy moreno, tengo el pelo demasiado fuerte, pero eso será porque soy 'de fuera'. 
Ahora hay much@s 'de fuera', así que me siento perfectamente integrado. Les estoy agradecido. Además, he visto fotos del Planeta y en ninguna distinguí frontera alguna. 

Barcelona nunca debió olvidar que el Barrio de Santa Anna tiene ese nombre y se formó porque en los alrededores de la Iglesia de Santa Anna surgió un campamento de refugiados y refugiadas que volvían de Tierra Santa, muchas veces con familiares oriundos de esos lugares de Oriente. La Iglesia de Santa Anna estaba entonces (no ahora) en manos de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén.

Siempre hemos sido un poco 'de fuera'. Los catalanes han viajado siempre, y han recibido viajeros. Ya he mencionado que gran parte del Raval era el Barrio de Belén. El nombre de la calle Hospital se debe a que en ella estaba el antiguo Hospital de la Santa Creu i Sant Pau (hoy conocido como el Hospital de San Pablo, o Sant Pau http://es.wikipedia.org/wiki/Hospital_de_la_Santa_Cruz_y_San_Pablo). Hoy día está en el mismo edificio la Biblioteca Nacional de Catalunya.

Realmente hemos de agradecer el proyecto urbanístico que dotó a ese Barrio de la Rambla.
Aconsejo a l@s turistas y visitantes en general, que al llegar a la mitad de la Rambla de Barcelona, a la altura del Metro parada 'Liceo', pregunten por la calle Hospital (carrer de l'Hospital) y se pierdan por las calles del Barrio del mismo nombre. 

Ramblear es un verbo de nuevo cuño y reciente creación, pero que refleja una actividad que tiene muchos siglos, tantos como las piedras de la Iglesia de Belén o el antiguo Hospital de la Santa Creu i Sant Pau.



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