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miércoles, 21 de marzo de 2012

A veces me 'escaqueo'.

Hace tiempo que renuncié a salvar el mundo, por lo que a veces me 'escaqueo' de una noble y elevada tarea y me comporto como una persona normal, renunciando a emitir mis opiniones, privilegio que me permito, ya que son mías, y no estoy obligado a confesarlas.
Vuelco aquí mis opiniones, incluso las más impopulares, como mi convencimiento de la supervivencia del alma, la reencarnación o lo nefasto del suicidio, pero me niego a estar enfrentándome constantemente con la opinión de personas que creen de forma diferente, lo cual respeto. Simplemente me he cansado de pelear. 
Se vuelve uno más práctico con la edad, menos idealista. Sobre todo porque ha visto que, sin importar lo que uno haga, sus limitaciones sociales proseguirán día tras día hasta la muerte.  

Tras renunciar a salvar el mundo, sólo queda aprender a volver a la normalidad de las personas comunes, cosa que somos tod@s. 
No es fácil ser una persona 'normal', sobre todo porque habría que ponerse de acuerdo en qué rayos es eso de ser 'normal'. ¿Dalí era una persona normal?
¿Picasso, De Gaulle, Sartre, eran personas normales? ¿Puede la creatividad ser 'normal'? La simple felicidad ¿puede ser normal?

Cada uno es como es. Eso es la normalidad. Y tener un sitio en el entramado de la sociedad. Eso a veces es difícil cuando te has cansado de ocultar tus opiniones, o de soportar las injusticias cotidianas.
O estás harto de que un grupo te manipule.

Como dice una amiga mía, 'la soledad es el precio por ser tú mismo'.

Algo a lo que uno no puede renunciar, ni aunque quisiera, es a ser uno mismo. Así que no tiene remedio.


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