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viernes, 4 de noviembre de 2011

Mmmm...

A veces me siento obligado a comentar las noticias sobre las acciones que se llevan a cabo como si mi blog fuera un periódico o me debiese a un público, o como si alguien pudiera pensar que lo que no comento en el bog es que no me interesa.
Pero lo cierto es que he leído con agrado las noticias sobre la ocupación de Oakland, y las palabras de solidaridad: 'Los trabajadores del puerto no ganan lo suficiente como para mantenerse'.

Pero me preocupa estos días la situación de l@s jóvenes, incluso casi niñ@s de los países supuestamente desarrollados. Si echas un vistazo a ciertos foros de preguntas, te das cuenta de que están sin nadie que les oriente. No se atreven a ir al médico cuando tienen un problema, no se atreven a hablar con sus padres y madres, no saben cómo enamorarse o desenamorarse, cómo entablar amistad, cómo manejar su propia vida... Sólo tienen la guía de la televisión y de sus amig@s.
Triste y peligroso.
Uno dice que se quiso suicidar (y pregunta cómo hacerlo) porque rompió el celular que le habían regalado, y no se atrevía a decirlo a sus padres.
¿Somos una civilización o qué narices somos?
No hay una guía, ni confianza en quienes les preceden.
Están sol@s y desamparad@s.
Nuestra civilización no genera confianza. No explica los problemas de la vida, no da soluciones, ni acoge ni comprende.
Sólo juzga a quienes 'parecen' distint@s. Si salimos del moralismo nauseabundo (que provoca náusea) que menciona a Dios cada tres frases y cada cinco palabras, sólo queda el nihilismo, el 'todo vale', 'da igual'.
las grandes instituciones morales se ocupan de sus negocios, de llenar sus lugares de culto y de tapar sus errores.
Nadie se siente acogid@ ni comprendid@ allí (empezando por mi).

Mientras tanto, somos como ovejas sin pastor.

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